Platón, con “La República” inauguró en su época un nuevo modo de ver la política. Parte de la idea de que solo pueden gobernar sabiamente quienes conocen y han experimentado el bien. El poder debe ser servicio, es decir, renuncia consciente a la altura contemplativa. El poder debería ser un retorno voluntario a la “caverna”, en cuya oscuridad viven los hombres. Solo así podrá surgir un verdadero gobierno y no una pelea continua con la apariencia y lo aparente como la que mantiene encarnizados, por lo general, a los políticos.
La ceguera de la política habitual reside, según Platón, en que sus defensores luchan por el poder como si fuera un gran bien. Con estas reflexiones, Platón se aproxima a la idea bíblica de que la verdad no es producida por la política (en nuestro caso el consenso). Cuando los relativistas piensan que sí lo es, se aproximan, a pesar de la primacía de la libertad que buscan, a los totalitarios. La mayoría se convierte en una especie de divinidad contra la que no cabe apelación posible (cuando es patente que las mayorías se han equivocado muchas veces, por ejemplo con el tema de la esclavitud).
Joseph Ratzinger en «Verdad, valores, poder»
Gracias D Vicente!
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