
“la libertad religiosa no es solo la libertad de un grupo social (los creyentes), sino una libertad fundamental, que –junto al derecho a la vida– es la base misma de cualquier sociedad civilizada. En junio de 2014, el Papa Francisco lo explicó del siguiente modo:
«La razón reconoce en la libertad religiosa un derecho fundamental del hombre que refleja su más alta dignidad, la capacidad de poder buscar la verdad y adherirse a ella, y reconoce en ella una condición indispensable para poder desplegar la propia potencialidad. La libertad religiosa no es solo la de pensamiento o de culto privado. Es la libertad de vivir según los principios éticos consiguientes a la verdad encontrada, sea privada o públicamente. Este es un gran reto en el mundo globalizado, donde el pensamiento débil –que es como una enfermedad– rebaja el nivel ético general, y en nombre de un falso concepto de tolerancia se termina persiguiendo a los que defienden la verdad sobre el hombre y sus consecuencias éticas».”