Estar en el presente es una cualidad indispensable para atisbar el porvenir. Sin hacernos cargo de la existencia (estar en el mundo) ni podemos comprender ni comprendernos. Higinio Marín ha escrito Mundus, que probablemente es el mejor ensayo filosófico aparecido en muchos años, para que nos demos cuenta de lo que significa vivir.
Dice Anrrubia que para Marín “mundo es lo que tiene lugar por la presencia del hombre”. Así, los radicales humanos, a saber, la libertad, la sexualidad, la propiedad y también el trabajo, conforman una cultura criada en barrica que el transcurrir del tiempo precipita en oxígeno respirable. Nuestro mundo es habitable en la medida en que nos ofrezcamos a ser lo que somos. Se trata de una onto-sociología basada en relaciones donales diacrónicas y sincrónicas que en la medida en que se nieguen nos hacen inhóspitos de nosotros mismos. De ahí que la amistad sea tan importante y que las páginas dedicadas a este tema ofrezcan, como casi todas las del libro, una gran profundidad y belleza.
Mundus es al tiempo una bomba y una caricia. El mensaje del libro es explosivo porque su novedad obliga a replantear gran parte de la filosofía actual (y también de la teología). Y todo al tiempo que el autor acompaña al lector con una delicadeza y cercanía que dan placer al transcurrir de sus 490 páginas.
Estamos ante una obra magna, grande: original, profunda, contracultural, atrevida, en definitiva, genial. No es un texto para todos los públicos pero sí que es una lectura indispensable para el pensador que se reconozca como tal. La filosofía de Marín tiene regusto al decantamiento de esencias exquisitas en el fluir de un presente mudable. Este revisor no tiene más que motivos de agradecimiento por haber podido leer lo último de Marín, uno de los tres filósofos más interesantes con que contamos.
José Pérez Adán