
Es impresionante la frase de El Principito, esa famosa obra de Antoine de Saint Éxupery: «hay que ver con el corazón; lo esencial es invisible a los ojos». Es una advertencia llena de humanidad. Lo esencial, lo verdaderamente esencial, no se ve con la vista: sólo se aprecia con el corazón.
El corazón es la interioridad del hombre, que llega a muchas cosas que no se pueden ver con los ojos. Con los ojos no se pue-de ver el ingenio de la inteligencia. No se pueden ver los amores humanos. No se puede ver la dignidad de la persona. Tampoco a Dios. Estas cosas no tienen color para la vista. Sólo tienen color para el corazón.
Por eso, hace falta desarrollar en paralelo a la estética de la vista, la estética del corazón, el buen gusto para las cosas verdaderamente humanas y bellas. Un corazón bien dispuesto y capaz de apreciarlas.
Con el corazón se aprecian todas las grandes realidades que podríamos escribir con mayúsculas: la verdad, el bien, la justicia, la amistad, el amor. Son los dones que enriquecen verdaderamente a la persona y la hacen vivir más humanamente. Los más bonitos, los más preciados, los más humanos. La mejor parte de la vida, lo más esencial, sólo es visible para los ojos del corazón. Hay mucha humanidad en El Principito.
Juan Luis Lorda