Imperiofilia

En 2016, Elvira Roca Barea publicó Imperiofobia y la leyenda negra, un ensayo que se proponía desmontar las bases de un antiespañolismo que desde hace siglos habría estado tergiversando la historia de nuestro país, dentro y fuera de nuestras fronteras. Con más de 100.000 ejemplares vendidos, y defendido por figuras como Arcadi Espada, Mario Vargas Llosa o Isabel Coixet, su libro se ha convertido en un fenómeno social.

Ante este fenómeno editorial, el catedrático de de la Universidad Complutense de Madrid José Luis Villacañas propone en estas páginas una lectura bien distinta: «El éxito del libro es revelador de las escasas exigencias culturales de ciertas elites del país, quienes frente a un mundo que no entienden ni saben ya dirigir, necesitan de una legitimidad que Imperiofobia les ofrece de un modo brutal». De la Corona a la Inquisición, de Castilla a las Indias, el autor trenza aquí los pasajes más controvertidos de nuestra historia para revelar que, tras la supuesta incorrección política de Roca Barea, se esconde en realidad un ejercicio de blanqueamiento y manipulación ideológica.

Muchos son los puntos en los que el autor corrige con rigor las afirmaciones de Roca Barea. Selecciono unos cuantos.

Para Roca Barea parece que el mundo se divide entre seres humanos superiores e inferiores. Estos últimos son los que viven anclados en un prejuicio antiimperial, los portadores de la imperiofobia. La exaltación de la idea de Imperio recuerda aquello que se cantaba en los años 60: “Voy por rutas imperiales/ caminando hacia Dios”.

La primera afirmación sorprendente de Roca Barea es: No hay en esencia diferencia apreciable entre la imperiofobia y el antisemitismo o cualquier otra forma de racismo” (sic). Pocos historiadores apoyarían esta extraña afirmación.  La autora de “Imperiofobia) parece inspirarse en el supremacismo de Steve Bannon. Afirma Roca Barea: “Por un lado está el grupo que se siente superior frente a otro más débil. Esto es muy fácil. ¿Qué dificultad hay en verse superior cuando se pertenece al grupo más poderoso? La forma en que se manifiesta este racismo ya sabemos cuál es” (p. 120). Pues no parece tan claro, e incluso esta afirmación se podría volver en contra, ya que todo imperio se fragua en ser más poderoso que el vecino y así ir expandiéndose a base de conquistar al más débil. Pero ¿puede justificarse el “derecho de conquista”? 

Roca Barea llega a afirmar que el Imperio es una “forma de dominio que no es política ni militar. Es pura hegemonía e influencia” (sic) (pag 48). Pero ¿es imaginable que las conquistas de Cortés o Pizarro pudieran realizarse sin fuerzas militares, sin soldados? Pero Roca Barea se cura en salud, no se le puede pedir rigor histórico porque “Este libro trata en gran medida de creencias y opiniones” (pag. 51). Roca Barea no ve nada negativo en los Imperios. No hay violencia, ni invasiones, ni imposiciones, ni destrucción de culturas, ni oligarquías procunsulares, ni guerras de ningún tipo. Claro que se refiere al imperio español, no al Imperio Británico, siempre ávido de poder. Porque, no nos engañemos, Roca Barea no habla de los imperios en general ni de la idea de Imperio que tan abundantemente aparece en la Historia Universal (no le interesan para nada imperios como el otomano) pues se centra sólo en la defensa del Imperio español y (no sabemos muy bien por qué razones) del imperio de EEUU.

Un poco desorientada en cuestiones cronológicas Barea afirma inexplicablemente: “difícilmente habría habido una Italia del Renacimiento sin el paraguas de aquél Imperio (p.138). Pero si el Imperio español comienza con Carlos V (coronado emperador en 1520) en estos años el Renacimiento ya había dado de si sus mejores frutos (FRa Angélico muere en 1455, Donatello en 1466, Filippo Lippi en (1469), Botticelli en 1515) etc.

En fin así otras muchas lindezas como que luchar contra Francia es asumir la defensa del catolicismo, ¡Como si Francia fuera un poder sarraceno! No queremos ser exhaustivos. Ahí estás las 250 páginas del libro de Villacañas para quien quiera documentarse.

2 comentarios sobre “Imperiofilia

  1. Reconociendo de antemano que soy licenciado en Historia Moderna y que no he leído el libro, me parece que su crítica elude algo importante, don Vicente. En España, en la Universidad de Salamanca, nace como usted sabe el Derecho de Gentes, Ius Gentium, base del actual Derecho Internacional. Es el propio emperador quien tiene que sentarse delante de los padres de la Escuela de Salamanca a escuchar cómo se cuestiona su derecho de conquista. Y cómo éste se justifica en el fin evangelizador del mismo. En la civilización y desarrollo de los territorios también, pero en menor medida

    Por otro lado, en el mundo conquistado -sí, efectivamente, conquistado- y evangelizado por los reyes de España, todavía hay mestizaje e incluso razas enteras intactas. Creo que a excepción del imperio romano y en algunos casos el Islam, pocos imperios pueden presumir de eso.

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  2. Estimado Gonzalo, agradezco tu interés por el tema. Si no me equivoco la Escuela de Salamanca, con Francisco de Vitoria a la cabeza, rechazó en llamado «derecho de conquista». Un fin bueno, como es evangelizar, no justifica medios inmorales como es el uso de la violencia. Este es un principio básico de la ley natural siempre vigente.

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