La ecología del espíritu

La ecología es armonía; y tiene un nombre: paz. La paz con uno mismo, con los demás, con la naturaleza…, eso es ecologismo. Más aún, está «convencido de que respetando a la persona se promueve la paz». Este es el verdadero ecologismo del espíritu.

Hoy es necesario rescatar los valores más genuinos, aquellos que nos han hecho grandes a los europeos y que invitan a una visión optimista del ser humano. En esta tarea, no podemos ni debemos claudicar. Nos va la dignidad y, con ella, el progreso. A veces, da la impresión de que, a más medios materiales, más egoísmo y más miseria moral; y no debe ser así. Es necesario conseguir un equilibrio para no caer en el barbarismo de una disrupción entre el desarrollo material y el espiritual, pues ambos se reclaman para esa justa paz que anida en nuestros corazones.

Hay una relación directa entre la destrucción del medio ambiente y la ruina moral y material de no pocas personas. Paz que, como definió Agustín de Hipona, es «tranquillitas ordinis», la tranquilidad en el orden, es decir, aquella situación que respeta la verdad de la naturaleza y del hombre. Si el progreso material está hipertrofiado y el espiritual está tendencialmente atrofiado, hay un desequilibrio que es siempre violento. Y lo califico de tendencial porque es libremente buscado, inducido por la claudicación intelectual que insiste en el «tener» sobre el «ser».

Pedro López

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