
A la vista del dolor y las desgracias sin fin que quebrantan la vida del hombre y en particular de los más indefensos, la idea de la existencia de un Dios bueno y personal requiere, para ser admisible, alguna razón por al que Dios no ‘pueda’ evitar tales desgracias, o dicho de otro modo, que tales desgracias tengan una causa que su omnipotencia no ‘pueda’ someter.
Que una voluntad omnipotente no ‘pueda’ evitar algo resulta desconcertante, y más si lo que supuestamente no puede evitar es el dolor y el sufrimiento de unas criaturas. La omnipotencia divina y el sufrimiento humano conjugan un escándalo que no parece mitigarse con la apelación a la culpabilidad del hombre, al tratarse en muchos casos de seres inocentes.
Para algunas personas lo anterior desemboca en la negación de la existencia de un dios con tales con tales características o en la problematicidad de semejante idea de lo divino. Sin embargo, tal vez exista realmente algo que un Dios omnipotente y creador no pueda sojuzgar precisamente por ser omnipotente: la libertad que ha creado.
Si existiera un Dios omnipotente y misericordioso que hubiera creado unos seres libres no podría someterlos sin faltar a la justicia con su propia obra, por gratuita que esta fuera. Más todavía, la omnipotencia necesaria para crear seres libres incluye el designio de su respeto fueren las que fueren las consecuencias.
Higinio Marín