
Según Austen Ivereigh esta historia empezó en 2010 con el viaje del Papa Benedicto XVI el Reino Unido. Se planteaba en la Iglesia Católica el reto de hacer frente a opiniones críticas y así nace “Catholic Voices”, con el fin de preparar a los católicos para el debate público fomentando lo que el Papa Francisco llamará una “cultura del encuentro”, es decir, del diálogo. La experiencia fue muy positiva y dio lugar a una metodología que, más tarde se ha extendido en otros países.
Resumimos a continuación algunos de sus puntos fuertes:
- En lugar de enfadarte, reformula. Detrás de cada ataque descubrimos un valor positivo, un valor moral al que, consciente o inconscientemente se puede reconducir la crítica. En lugar de pensar en cómo refutar los ataques conviene tener en cuenta los valores a los que apelan. Así las falsas creencias pueden refutarse con argumentos.
- Echa luz, no leña al fuego. La verdadera comunicación debe iluminar. No se trata tanto de vencer con la fuerza de los argumentos como de ayudar a entender qué defiende la Iglesia y por qué.
- La gente no recordará qué dijiste, sino lo que sintió al escucharte. La mejor comunicación se da en un ambiente agradable, tratando de comprender y compartir aspectos con los demás. Después de cada debate habría que preguntarse: ¿he contribuido a crear una“cultura del encuentro”?
- Ser afirmativos. La Iglesia está en contra de algunas cosas únicamente porque está a favor de muchas más. La Iglesia debe difundir una imagen más cercana a la Madre Teresa de Calcuta que a la de un policía moral.
- La compasión es importante. Detrás de muchos temas debatidos hay cuestiones éticas muy personales y delicadas, y no pocas veces problemas que originan sufrimiento: las creencias, la muerte, la enfermedad, la incomprensión, la incertidumbre…
- Se trata de dar testimonio, no de vencer a nadie. Las personas cambian su forma de ver las cosas no porque sus ideas sean refutadas una a una, sino porque se sienten atraídas por otro planteamiento vital.
Todo esto lo podemos encontrar más desarrollado en el magnífico libro «Cómo defender la fe sin levantar la voz»
Un comentario en “Dialogar sin levantar la voz”