
1. Bienaventurado el político que tiene un elevado conocimiento y una profunda conciencia de su papel.
Vivimos en un mundo con una arquitectura social global que sea fuerte y esté fundada en valores globalmente compartidos.
2. Bienaventurado el político cuya persona refleja la credibilidad.
3. Bienaventurado el político que trabaja por el bien común y no por su propio interés.
4. Bienaventurado el político que se mantiene fielmente coherente,
Con una coherencia constante entre su fe y su vida de persona comprometida en política; con una coherencia firme entre sus palabras y sus acciones.
5. Bienaventurado el político que busca y realiza la unidad y, haciendo a Jesús punto de apoyo de aquélla, la defiende.
6. Bienaventurado el político que está comprometido en la realización de un cambio radical,
Si es cristiano basándose en su fe; tiene una carta magna: el Evangelio.
7. Bienaventurado el político que sabe escuchar,
Que sabe escuchar a los demás y la propia conciencia; que sabe escuchar a Dios en la oración.
8. Bienaventurado el político que no tiene miedo.
Que no tiene miedo, ante todo, de la verdad: «¡la verdad –dice Juan Pablo II- no necesita de votos!».
Autor: Cardenal François-Xavier Nguyên Van Thuân