
En relación con la atención a pacientes con covid-19, Adela Cortina, catedrática emérita de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, recomienda con buen criterio «no recurrir a criterios de priorización hasta no haber agotado todas las posibilidades existentes para disponer de los recursos asistenciales necesarios y para optimizar el uso de los disponibles. Lo esencial es planificar, ampliar los recursos, derivando de unos centros a otros, de unas comunidades a otras; evitar en lo posible llegar al punto en que el personal sanitario no tiene más remedio que tomar “decisiones trágicas”. Y es curioso cómo se amplía el campo de lo posible cuando quien tiene que determinar qué es lo posible está empeñado en salvar vidas, y cómo se encoge hasta el raquitismo cuando esas vidas no le importan. El posibilismo es una planta asombrosamente moldeable, se estira y se encoge. Es entonces esencial crear una trama de solidaridad entre todos los centros, públicos y privados, sin acepciones ideológicas. Pero si, desgraciadamente, llega el momento de tener que elegir, porque realmente los recursos no alcanzan, entonces se prescribe no discriminar por razón de edad o de discapacidad, sino considerar caso por caso, teniendo en cuenta la situación clínica y las expectativas objetivas de cada paciente. Los pacientes de mayor edad deben ser tratados en las mismas condiciones que el resto de la población, atendiendo a criterios de cada caso particular, y lo mismo sucede con las personas con discapacidad o demencia. El igual valor de todas las personas así lo exige».