La Creación y el abrazo

El escultor renacentista Donatello es el autor de una curiosa obra de terracota llamada «La creación de Eva».

En la Biblia apenas hay algún pasaje en el que el creador y la criatura se abrazan. Oseas nos ofrece una excepción: “Yo enseñé a andar a Efraím, lo tomaba en mis brazos; pero ellos no entendían que Yo los cuidaba. Con vínculos de afecto los atraje, con lazos de amor. Era para ellos como quien alza a un niño hasta sus mejillas” (11, 3-4).

El joven Donatello representa con barro la creación de Eva, de un modo original, Dios trae a la vida a Eva con un abrazo. Eva con rostro de niña se agarra, con una confianza filial, a Dios por el hombro con un brazo y por la cintura con otro, mientras que dios la levanta abrazándola por la cintura.

Cuanta verdad sobre Dios y el ser malo al verla este sencillo abrazo, parece que nada representa mejor el paraíso que este abrazo. Dios parece inclinado hacia la criatura y la obra condensa en barro todo un trabajo de antropología teológica. La majestad divina no desaparece, sino que se confirma paradójicamente en ese abrazo a la criatura, en ese abajamiento que los teólogos denominan ”Kenosis”. 

La compleja acción divina de sacar, crear, moldear, edificar y levantar a Eva, acción que la Biblia concentra en un solo verbo: “formar“ se convierte en el arte de Donatello en un verdadero abrazo recíproco, único, en la historia, en el que vemos en los brazos levantados de Eva la respuesta afectuosa al abrazo de Dios.

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