
En la Ética a Nicómaco y en la Política, Aristóteles aborda la importancia de la formación de los ciudadanos, resaltando «la necesidad de haber sido educados de cierto modo ya desde jóvenes, como dice Platón, para poder alegrarnos y entristecernos como es debido; en esto consiste, en efecto, la buena educación». Según el Estagirita, aquello que hace falta educar para desarrollarnos plenamente es un «buen carácter».
Resulta difícil definir qué es el carácter o cómo se cultiva. Desde Character.org, una de las organizaciones con mayor influencia en este ámbito, expresan el concepto con las tres haches: «Head, Heart and Hands». Según su propuesta, ampliamente extendida, el buen carácter se apuntala en comprender (head), preocuparse o querer (heart) y actuar (hands) conforme a los valores éticos fundamentales.
Otras corrientes, como el aprendizaje socioemocional, la psicología positiva o la ética del cuidado, comparten aspectos teóricos y prácticos con la educación del carácter. Sin embargo, esta se distingue por su énfasis moral: tiene la firme convicción de que existe un bagaje moral universal para las acciones humanas, entre las que se puede llegar a distinguir buenas y malas, mejores y peores, convenientes e inconvenientes, considerando elementos universales —lo que nunca cambia— y particulares —lo que depende de cada caso—.
Juan P. Dabdoub en «Nuestro Tiempo»