Cristianos contra las cruzadas

Magnífica investigación la que hace Martin Aurell  sobre las cruzadas en su libro “Des chrétiens contre les croisades” (XIIe-XIIIsiècle)

Las «cruzadas» han sido, y continúan siendo, un tema estrella en la historiografía y la divulgación histórica. Entre el desprecio dela Ilustración y la sublimación del romanticismo, la historia de estas peregrinaciones armadas ha suscitado todo tipo de reacciones ante lo que puede considerarse uno los fenómenos más controvertidos y singulares del Occidente europeo. Sin embargo, pocas veces aparecen trabajos que cuestionan paradigmas demasiado asentados sobre la compleja relación con el Islam.

Martin Aurell, profesor en la universidad de Poitiers y excelente conocedor de las sociedades aristocráticas, plantea una tesis claramente expuesta en el título del libro: el movimiento cruzado no fue aceptado de manera unánime por los pensadores medievales; es más, se puede rastrear un corriente crítica –apoyada en los valores evangélicos– que despierta con las masacres de la primera cruzada y recorre la historia de los estados cruzados hasta su desaparición en 1291.

La investigación de Aurell revela una paulatina toma de conciencia entre algunos intelectuales sobre la violencia ejercida contra los paganos o cristianos herejes, aportando un interesante contrapunto a los estudios de Jean Flori. El autor no ofrece una reinterpretación del movimiento cruzado, sino una puntualización sobre las voces críticas que denunciaron determinadas actuaciones en esta paradójica empresa bendecida por unos móviles que no pocas veces acababan desencadenando comportamientos contrarios al Evangelio. A las denuncias de Albert, canónigo de Aix-la-Chapelle contra los bautismos forzosos durante la primera cruzada, se sumarán los teólogos de la paz, como Pietro Damián (1007-1072) y los clérigos imperiales que rechazaban el uso de las armas durante la querella de las Investiduras.

El saqueo de Constantinopla (1204), la cruzada albigense (1209-1213) y la pérdida de los últimos enclaves cristianos en Tierra Santa, suscitaron un torrente de discursos sobre la legitimidad de la violencia que llegará hasta la célebre disputa Sepúlveda-Las Casas en la Valladolid de 1550. Sus ecos todavía no se han apagado. La jornada de petición de perdón protagonizada por Juan Pablo II en el año santo del 2000, retoma un lamento antiguo por «las formas de intolerancia e incluso de violencia en servicio de la verdad», que ha sido recogido por la Comisión Teológica Internacional en su reciente documento Dios Trinidad, unidad de los hombres. El monoteísmo cristiano contra la violencia (2009-2014). La Historia de la Iglesia y de la civilización occidental deberá tomar buena nota de ello a la hora de reflexionar sobre un pasado, el medieval, que «no conoció el pensamiento único ni el comportamiento homogéneo»

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