Economicismo y escuela

En la dinámica educativa no debería dominar el economicismo, es decir, la ideología que prima los criterios del sistema económico por encima de todos los demás, como si tal sistema se impusiera a la política, a la ética o a la estética, y arrastrara las relaciones sociales de carácter no económico hacia el rincón de lo nimio e insignificante. 

Ahora mismo, las dos lentes de la óptica economicista son la dinámica -y la mentalidad- consumista y la eficiencia entendida como maximización del beneficio económico. El asalto del economicismo a la escuela es obvio: se convierte a niños y jóvenes y familias en clientes; prolifera el registro cuantitativo y el vocabulario usual del campo económico (competencias, recursos, progresos, créditos, rendimientos…); se introducen de forma muy artificiosa contenidos curriculares relacionados con la empresa y las finanzas; y se subraya que lo importante es que los chicos y los jóvenes sean innovadores y exitosos. 

Una de las gangas de todo este panorama es el «espíritu emprendedor». Personajes «ilustres» e instituciones «prestigiosas» suscriben que ya de pequeños los niños deben aprender a ser emprendedores o líderes ¡Qué disparate! La perversión no está en la idea del emprendimiento, sino en proponer que tenga protagonismo en la escuela. ¿Y si, en lugar de dejarse llevar por las demandas sociales más evidentes de rendimiento y progreso, se intentara escuchar un clamor aún más profundo y secreto de nuestro mismo presente que pide ser salvado exactamente del rendimiento y del progreso?

Josep María Esquirol

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